"Es un placer encontrarse con obras de la calidad de Las aventuras de un lanzador de enanos, la primera novela de Alejandro Lámbarry, un libro impecable, lúcido, inteligente, cargado de humor negro, ironía, sarcasmo, desparpajo, ternura, belleza, hondura. Una voz potente y juguetona que con maestría nos va metiendo y no nos suelta en la historia de Tomás Altarde, un mexicano todero que cansado de trabajar de guardia de seguridad en los Estados Unidos decide hacerse una nueva vida, soñando con ser importante y hacer historia algún día, sin pasársele por la cabeza que, luego de fracasos, ridículos, penas, bares, desventuras, entrenamientos, disciplina, iba a ser campeón mundial en Australia (tirando como una piedra a su pequeño amigo y compañero de equipo Aarón por los aires) en el deporte de lanzamiento de enano. Las aventuras de un lanzador de enanos es una novela redonda, un libro al que no le falta ni le sobra una palabra, una obra para disfrutar, para releer, para pensar un poco, una celebración a la buena literatura, una apuesta seria, genuina, graciosa y por momentos triste que refresca la literatura mexicana".
David Betancourt
Las aventuras de un lanzador de enanos
Haiga
Escribe como debe un licenciado en Letras y ni se te ocurra poner groserías dizque por folclor. No vayas a escribir como el naco ese que todo el mundo anda alabando porque sale con guayaberas. El colombiano, el premio Nobel. Ya dizque quiere cambiar el diccionario. Quiere que le pongan haiga en vez de haya. De por sí toda la gente habla mal y ese quiere que los que estudiamos, tantito, pero algo es algo, a lo menos no digo haiga ni comistesss, quiere que los que estudiamos ya no hablemos bien. No, ni madres, tú pon en alto el nombre de México, como lo hice yo. Si te contara todos los fans en Australia, en Francia. Se me acercaban de a madres, mapita en mano, para que les dijera dónde estaba México. Y se quedaban de a seis de que ahí, abajito de Gringolandia, que es el país más mierda del mundo, ahí estábamos nosotros, que también somos una mierda, pero al menos no se la arrojamos a la cara del vecino.